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viernes, abril 23, 2021

RESUMEN DE FRATELLI TUTTI, LA ENCÍCLICA DEL PAPA FRANCISCO SOBRE FRATERNIDAD Y LA AMISTAD SOCIAL “Fratelli tutti” (Hermanos todos) es la tercera encíclica del Papa Francisco, y en ella el habla sobre la FRATERNIDAD y la AMISTAD SOCIAL. Estas palabras (Hermanos todos) ya las habia escrito en el pasado San Francisco de Asís. Lo esencial de una fraternidad abierta, es reconocer, valorar y amar a cada persona más allá de la cercanía física, más allá del lugar donde haya nacido o donde habita. No podemos olvidar como San Francisco de Asis, sembró paz por todas partes y caminó cerca de los pobres, de los abandonados, de los enfermos, de los descartados, de los últimos.
INTRODUCCIÓN Francisco nos dice hoy, que su intención con esta encíclica es detenerse en la importancia del amor fraterno, en su dimensión universal, en nuestra “apertura a todos”. “Fratelli tutti” es, una encíclica social y un aporte a la reflexión para que, frente a las diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a los “Otros”, seamos capaces de reaccionar con un sueño de fraternidad y de amistad social real. “Una reflexión que se ofrece a todas las personas de buena voluntad”. Esto es muy interesante: “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de esta misma tierra que nos cobija, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz…”
CAPÍTULO PRIMERO: LAS SOMBRAS DE UN MUNDO CERRADO El Papa Francisco nos dice que, los pasos que la humanidad había dado en las últimas décadas hacia diversas formas de integración, parecen estar quedándose atrás; regresan conflictos anacrónicos, nacionalismos cerrados y agresivos que parecían estar superados. Emergen amenazas como la pérdida de conciencia histórica, la pérdida de algunos valores, la polarización de la política, la imposición de un modelo cultural único, la cultura del descarte que afecta principalmente a los no nacidos, a los fragiles y a los ancianos; la inequidad que favorece el crecimiento de la pobreza, las diversas formas de injusticia, la esclavitud moderna, las guerras, los atentados, las persecuciones por motivos radiale, politicos, religiosos…, la globalización sin rumbo, la pandemia, la desinformación y la amenaza a los migrantes. Sombras densas que hacen mucho mal, que no debemos ignorar. Con esta enciclica, el Papa Francisco, nos ofrece un mensaje de esperanza “Dios sigue derramando en la humanidad semillas de bien”. Un ejemplo muy real es la labor heroica del personal de salud y hospitalario en esta pandemia, el trabajo de los empleados de supermercados, cuidadores, transportistas, voluntarios, sacerdotes y religiosas que han comprendido “que nadie se salva solo”.
CAPÍTULO SEGUNDO: UN EXTRAÑO EN EL CAMINO En el Evangelio de San Lucas (10, 25 -37) nos encontramos con la Parabola de Buen Samaritano “un ícono iluminador, capaz de poner de manifiesto la opción de fondo que necesitamos tomar para reconstruir este mundo que nos duele”. Es que ya, desde el Antiguo Testamento hay un llamado concreto “amar al extranjero”. En el Nuevo Testamento resuena con fuerza la urgencia del “amor fraterno”, con citas como: “Toda la Ley alcanza su plenitud en un solo precepto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Ga 5,14). “Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios, a quien no ve”(1 Jn 4,20). El Papa lamenta cómo la humanidad ha crecido en tantos aspectos, “pero no sabemos acompañar, cuidar y sostener a los más frágiles y débiles de nuestras sociedades”. “Ignoramos las situaciones hasta que estas nos golpean directamente”. Reconoce que, le asombra cómo la Iglesia tardó tanto tiempo en condenar contundentemente la esclavitud y diversas formas de violencia, pero con el desarrollo de la espiritualidad y la teología ya no tenemos excusas. Lamenta cómo muchos se sienten alentados, autorizados por su “fe” para sostener y justificar diversas formas de nacionalismos cerrados y violentos; actitudes xenófobas. Y dice algo que me gusta mucho: la catequesis y la predicación deben incluir de modo directo y claro: “el sentido social de la existencia”, “la dimensión fraterna de la espiritualidad”, “la convicción sobre la inalienable dignidad de cada persona” y “las motivaciones para amar y acoger a todos”.
CAPÍTULO TERCERO: PENSAR Y GESTAR UN MUNDO ABIERTO El Papa nos dice que la persona sólo se desarrolla plenamente en la entrega sincera a los demás, pero no sólo con la propia familia, los propios amigos (que puede convertirse esta experiencia en formas idealizadas de egoísmo y de mera autopreservación que hacen mucho mal a la sociedad). El amor, la entrega, el servicio deben extendersen más allá de las fronteras: “amistad social”. Cuando es genuina esta “amistad social” dentro de una sociedad, se abre una puerta a la “verdadera apertura universal”. Y nos hace un llamado a promover el “bien”, para nosotros mismos y para la humanidad. “Reivindica el valor de la solidaridad y la importancia de reconocer la dignidad humana sin importar si se nace rico o pobre; si se nace en uno u otro país”. “Bajo esta optica es posible anhelar un planeta que asegure tierra, techo y trabajo para todos”.
CAPÍTULO CUARTO: UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO ENTERO El “problema migratorio”, otro gran reto. Lo ideal es que todas las personas encuentren en sus países de origen la posibilidad efectiva de vivir y de crecer con dignidad, pero “mientras no existan serios avances en esta línea, nos corresponde respetar el derecho que tiene todo ser humano de encontrar un lugar donde se pueda no solamente satisfacer sus necesidades básicas y las de su familia, sino también realizarse integralmente como persona”. El Papa recuerda que nuestra actitud ante los migrantes se debe resumir en cuatro verbos: “acoger, proteger, promover e integrar”; y nos recuerda el llamado hecho a los jóvenes en la Exhortación Christus Vivit: “no caigan en las redes de quienes quieren enfrentarlos a otros jóvenes que llegan a sus países, haciéndolos ver como seres peligrosos y como si no tuvieran la misma inalienable dignidad de todo ser humano”. La acogida necesita un diálogo paciente y confiado, para que las personas, las familias y las comunidades puedan transmitir los valores de su propia cultura y acoger lo que hay de bueno y nuevo en las nuevas culturas, en la experiencia con los demás”. El Papa nos sigue recordando que “Hoy o nos salvamos todos o no se salva nadie”. “La pobreza, la decadencia, los sufrimientos de un lugar de la tierra son un silencioso caldo de cultivo de problemas que finalmente afectarán a todo el planeta”. Finaliza este acapite afirmando que “Toda cultura sana, es abierta y acogedora por naturaleza, de tal modo que una cultura sin valores universales no es una verdadera cultura”.
CAPÍTULO QUINTO: LA MEJOR POLÍTICA “Para hacer posible el desarrollo de una comunidad mundial, capaz de realizar la fraternidad a partir de pueblos y naciones que vivan la amistad social, hace falta la mejor política puesta al servicio del verdadero bien común”. La forma actual de hacer política suele no incorporar a los débiles y no respetar la diversidad cultural. Y critica fuertemente al populismo (la habilidad de alguien para cautivar en orden a instrumentalizar políticamente la cultura de los pueblos, con cualquier signo ideológico, al servicio de su proyecto personal y de su perpetuación en el poder); critica el “dogma de fe neoliberal”, pues asegura que el mercado por sí mismo no resuelve todo. Asegura que la buena política debe estar cimentada en el amor, la caridad, la solidaridad y la subsidiariedad, una visión que debe superar el individualismo.
CAPÍTULO SEXTO: DIÁLOGO Y AMISTAD SOCIAL El diálogo es el primer paso para acercarnos, expresarnos, conocernos, tratar de comprendernos y buscar puntos de encuentro. Sin embargo, el Papa asegura que no debemos confundir diálogo con “un febril intercambio de opiniones en las redes sociales, muchas veces orientado por información mediática no siempre confiable”. El auténtico diálogo social supone la capacidad de respetar el punto de vista del otro, aceptando la posibilidad de que esisten convicciones o intereses legítimos. “El diálogo nos debe llevar a la concepcion de verdades elementales que deben y deberán ser siempre sostenidas”. Propone cambiar la “falsa tolerancia” por un “realismo dialogante”, donde podamos ser fieles a nuestros principios, reconociendo que el otro también tiene el derecho de tratar de ser fiel a los suyos. Elreto es: “buscar consensos y abrir caminos”. Debemos seguir creando puentes.
CAPÍTULO SÉPTIMO: CAMINOS DE REENCUENTRO El Papa Francisco nos recuerda en esta encíclica que el proceso de paz es un compromiso constante en el tiempo. “Es un trabajo paciente que busca la verdad y la justicia, que honra la memoria de las víctimas y que se abre, paso a paso, a una esperanza común, más fuerte que la venganza”. Para este proceso es indispensable la transparencia y la preservación de la memoria histórica, pues “la verdad es la compañera inseparable de la justicia y de la misericordia”. (Leer: El Papa Francisco da 3 claves en Fratelli Tutti para la paz posconflictos). Si bien el perdón es indispensable para la búsqueda activa de la reconciliación, el Papa recuerda que perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad y la de los demás. El perdón reclama justicia. La clave, asegura el Papa, está en “no hacerlo para alimentar una ira que enferma el alma personal y el alma social; o por una necesidad enfermiza de destruir al otro que desata una carrera de venganza”. Califica la guerra como una amenaza constante, lejos de ser un fantasma del pasado. Asegura que no es posible sostener el concepto de “guerra justa” y hace un llamado a la eliminación total de las armas nucleares; propone usar ese dinero para acabar de una vez con el hambre y para el desarrollo de los países más pobres. Sobre la pena de muerte, el Santo Padre reafirma el rechazo histórico y total de la Iglesia a esta práctica. “El firme rechazo de la pena de muerte muestra hasta qué punto es posible reconocer la inalienable dignidad de todo ser humano y aceptar que tenemos un lugar en el universo. No podemos negarle el perdon al peor de los criminales, no podemos negarselo a ninguno; debemos dar la posibilidad de compartir con nosostros este planeta a pesar de lo que pueda separarnos”.
CAPÍTULO OCTAVO: LAS RELIGIONES AL SERVICIO DE LA FRATERNIDAD EN EL MUNDO Las distintas religiones, a partir de la valoración de cada persona humana como criatura llamada a ser hijo o hija de Dios, ofrecen un aporte valioso para la construcción de la fraternidad y para la defensa de la justicia en la sociedad. El Papa asegura que la Iglesia católica valora la acción de Dios en las demás religiones, y no rechaza nada de lo que en estas religiones hay de santo y verdadero. Hace también un llamado al respeto de la libertad religiosa. Esa libertad proclama que podemos encontrar un buen acuerdo entre culturas y religiones diferentes. Sobre la violencia y el terrorismo religioso, el Santo Padre advirtió que “el culto a Dios sincero y humilde no lleva a la discriminación, al odio y la violencia, sino al respeto de la sacralidad de la vida, al respeto de la dignidad y la libertad de los demás, y al compromiso amoroso por todos”. Casi al final del capítulo, el Papa retoma su llamado a difundir la cultura de la tolerancia, la convivencia y de paz que plasmó en el Documento sobre la hermandad humana por la paz mundial y la convivencia común, que firmó de forma conjunta con Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib en febrero de 2019. Además, asegura que se sintió inspirado en el pensamiento de “otros hermanos que no son católicos”, como Martin Luther King, Desmond Tutu y Mahatma Mohandas Gandhi. Concluye la encíclica con una reflexión sobre el beato Carlos de Foucauld, a quien describe como “una persona de profunda fe, quien, desde su intensa experiencia de Dios, hizo un camino de transformación hasta sentirse hermano de todos”. “El beato fue orientando su sueño de una entrega total a Dios hacia una identificación con los últimos, abandonados en lo profundo del desierto africano. “Expresaba que todo ser humano es hermano” y pedía: “rogar a Dios para llegar a ser hermano de todos”. Quería ser un hermano universal. Podemos decir que sólo identificándonos con los últimos llegaremos a ser hermanos de todos.