DIGNIDAD HUMANA

La Misión del Evangelio es universal, pero se debe situar en cada contexto, en cada pueblo y cultura. El Reino de Dios, el Reino de la Vida, centro de la actividad de Jesús, debe ser para nosotros y para nuestro compromiso una fuerza trasformadora de la realidad. Entre las señales del Reino que marcan el sentido de la trasformación de las personas y de la sociedad se encuentran: la vivencia personal y comunitaria de las bienaventuranzas, la evangelización de los pobres, “Si quieres puedes limpiarme” el acceso de todos a los bienes de la creación, el perdón mutuo, sincero y fraterno, aceptando y respetando la riqueza de la pluralidad.

Es imprescindible la Misericordia que responda ya con acciones concretas a las necesidades concretas impostergables, “Pero no debe contribuir a crear círculos viciosos que sean funcionales a un sistema económico inicuo. Se requiere que las obras de la Iglesia, de los laicos, de los líderes, estén acompañas por la búsqueda de una verdadera justicia social, que eleve el nivel de vida de hombres y mujeres; promoviéndolos como sujetos de su propio desarrollo”.

Así pues, la actividad evangelizadora desde Jesucristo “Quiero queda limpio” debe suscitar en nosotros la transformación constante de las realidades deshumanizantes y nefastas de nuestro tiempo.

Concluyamos pues y reconozcamos que a Jesús no lo mataron por hacer el bien sino por luchar contra el mal, levantando a los pobres de su postración y resignación, liberando sus mentes, alimentando su esperanza y movilizándolos personalizadoramente.

¿Y vos que pensas de este planteamiento?