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miércoles, septiembre 14, 2011

SIGAMOS ORANDO

Orar es dialogar con Dios, pero para conversar con él necesitamos escucharlo. Dios nos habla de manera especial a través de su palabra. Es escuchándolo como recibimos su amor misericordioso, su llamado a vivir cerca de él y su invitación a colaborar en la misión de Jesús. Su palabra nos da a conocer sus designios maravillosos para nosotros y nos ayuda a descubrir el sentido de nuestra vida.


La otra parte de la oración es nuestra respuesta a Dios, la cual no se da sólo en los momentos en que oramos, sino que se extiende a la vida entera. De esta manera nuestras actividades diarias se convierten también en oración. Nuestra visión y cada una de las realidades que vivimos y protagonizamos se deben resolver desde la oración: la violencia, la pobreza, la prepotencia, la injusticia, las diferencias étnicas, la cultura de la muerte, los atentados y muchas más coyunturas... Situaciones que nos deben convertir en: PROFETAS, DENUNCIANTES, CONSTRUCTORES, ACOMPAÑANTES DE COMUNIDADES Y POR SOBRE TODO HOMBRES Y MUJERES QUE SEGUIMOS CREYENDO Y CONSTRUYENDO LA DIVERSIDAD Y LA DIGNIDAD.


Para vivir en unión con Dios necesitamos orar tanto individualmente como en comunidad. La oración personal nos permite dialogar íntimamente con nuestro Creador, estrechar nuestra relación con Jesús y gozar con la acción del Espíritu Santo en nosotros.



La oración comunitaria refuerza nuestra fe, nos ayuda a dejarnos guiar por la palabra de Dios, nos exige autenticidad ante nuestros hermanos, nos une con la comunidad eclesial en todo el mundo y con la iglesia triunfante que ya goza de la eternidad de Dios.


PREPARACIÓN PARA ORAR CON LA PALABRA DE DIOS

Leer la Biblia no es como la lectura de cualquier otro libro. La disposición que tengas y la actitud que asumas son vitales cuando lees la Sagrada Escritura. Al orar con la Biblia compartirás la experiencia de muchos hombres y mujeres a través de los tiempos. Entrarás en ese gran cuadro donde muchos han trazado su propia obra de arte al haberse encontrado con Dios, un Dios vivo que ama, que opta por cada uno de nosotros y que nos llama a ser constructores de su reino, profetas de esperanza. Por eso necesitamos pensar seriamente en nuestra actitud en el momento de embarcarnos en la gran aventura del diálogo con Dios por medio de la Sagrada Escritura.

ENAMÓRATE DE DIOS

Oh Dios, tú eres mi Dios, desde el amanecer te deseo; estoy sediento de ti, a ti te anhelo en una tierra sedienta, reseca, sin agua. Tu amor vale más que la vida, te alabarán mis labios (Sal 63 2. 4). Ten un espíritu abierto, deseoso, con hambre de una palabra de esperanza y vida. Observa una postura externa y una actitud interna que sean congruentes con lo que estás haciendo. Apártate un poco del ajetreo cotidiano de la vida; busca una habitación tranquila, un lugar donde te sientas a gusto y en el que nadie te moleste. Dedica tiempo suficiente para estar en compañía de Dios y su palabra, sin prisa ni distracciones, sin pensar en otros compromisos o tareas que necesitas hacer.