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martes, mayo 26, 2009

LA MISION EN LA POSTMODERNIDAD

Introducción
Durante los últimos cuarenta años mientras los miembros y acompañantes de Maryknoll fundaban y aumentaban el trabajo del Instituto de Idiomas aquí en Cochabamba, la sociedad humana y la Iglesia Católica simultáneamente entraban en una nueva etapa de la historia. Recordamos muy bien el Concilio Vaticano Segundo de la Iglesia Católica que se terminó hace cuarenta años, en el mismo año de la fundación del Instituto, y los grandes cambios eclesiales producidos por el Concilio, los cuales no se han terminado todavía. También, nos damos cuenta del nuevo fenómeno de la globalización, inicialmente tecnológica y económica, y sus grandes problemáticas que nos confrontan diariamente a través del mundo.

Entonces los cuarenta años que ya han pasado a la historia del Instituto – y ojalá sean solamente los años de su infancia -- ocurriendo dentro de un contexto marcado por profundas transformaciones sociales y eclesiales, tanto a nivel local como global. Los analistas sociales dicen que estamos saliendo de la época moderna, marcada por el nacionalismo, y entrando en una época global y postmoderna, aunque hay bastante debate sociológico y filosófico sobre lo que significa la palabra “postmoderna” y lo que significa el fenómeno de la globalización. Los analistas eclesiales dicen que estamos entrando a un nuevo periodo histórico de la Comunión Católica en el cual las iglesias de Europa y América de Norte no son todavía predominantes, y que está surgiendo por primera vez en la historia una iglesia verdaderamente mundial con la gran mayoría de Católicos viviendo en África, Asia - Pacífica, y América Latina/Caribe. Pero también hay un gran debate entre cristianos Católicos de cómo debe ser la nueva iglesia global, y desgraciadamente hay una amarga polarización entre los llamados “conservadores” y los llamados “progresistas.”

El desafió para el Instituto Maryknoll, y aún más para el nuevo proyecto de misión que lo acompaña, es buscar la inspiración del Espíritu Santo, un camino por el cual se puede navegar creativamente -- evitando los grandes peligros de la nueva época y abrazando las grandes oportunidades. El reto es idéntico al reto que hace miles de años atrás confrontó a Moisés con los hijos de Israel frente al rió Jordán, cuando Moisés dijo al pueblo escogido por Dios: que hay solamente dos caminos, el camino de la vida y el camino de la muerte. Igualmente aquí en Bolivia hoy día, el Instituto y sus proyectos están llamados a discernir. ¿Por dónde se abre el camino de la vida?.

Entonces, pensando en este reto, el humilde propósito de la ponencia es ofrecer algunas reflexiones contextuales, sociales y eclesiales, sobre el nuevo momento histórico y postmoderno de la globalización humana y Católica, y también tentativamente ofrecer algunas reflexiones como instrumentos para un creciente diálogo sobre el futuro postmoderno de la misión en América Latina.

La Transformación Postmoderna Social
En cuanto a la sociedad, en nuestro tiempo ocurren simultáneamente el fracaso del socialismo “científico” moderno y el triunfo del capitalismo liberal moderno ya con su escala global. Pero al mismo tiempo aparece una gran crisis de la filosofía mecanista, que representa la fundación cultural de la modernidad, tanto para el socialismo como para el capitalismo. Se ve claramente que seguir andando en el camino económico-tecnológico del modernismo con su “progreso” sin propósito y con su “libertad” sin contenido, ya sea por la divinización del estado o por la divinización del mercado, representa seguir un camino no sostenible. Cada día se ve más claramente que la civilización moderna, guiada por la lógica mecanista en forma racionalista o en forma empírica, se ve que esta civilización no tiene futuro -- ni ecológicamente, ni socialmente, ni espiritualmente. Inexorablemente esta lógica mecanista nos lleva a lo que el último papa Juan Pablo II llamaba “una cultura de muerte”.

Pero, gracias a Dios, paralelamente se está abriendo un nuevo camino postmoderno con posibilidades de regenerar la vida sostenible a nivel global y local, tanto para la vida ecológica, como para la vida social, y también para la vida espiritual.

La época postmoderna se distingue por su nuevo modo de producción, lo electrónico, por su nuevos medios de comunicación, lo que también es electrónico. Quiere decir que la revolución electrónica es la base tecnológica de la época postmoderna. La época moderna se basaba en la revolución de la imprenta, lo que hacía posible unos siglos después la revolución industrial. La época anterior que se conoce como la época clásica se basaba en la revolución metalúrgica, primero de bronce y después de hierro, y en su etapa de ciudad-estado con los primeros imperios, su nuevo medio de comunicación; la escritura (a mano). Antes de eso, la época primal de la vida tribal se basaba en el habla y en un modo de producción directamente sumergido en la naturaleza, primero en forma nomádica y después en forma sedentaria con la domesticación de animales y vegetales.

Estas cuatro épocas en el desarrollo cultural de la familia humana no siguen la metáfora mecanista liberal del “progreso” en el cual el futuro se libera del pasado, como cambiar un auto viejo e inferior para uno nuevo y superior. Al contrario, siguen la metáfora orgánica, en la cual el organismo crece como un todo integral. Cuando el tronco de un árbol produce nuevos círculos por su crecimiento, no vota los círculos interiores y viejos. Es así con la historia humana. El pasado está todavía con nosotros y forma parte de nuestra identidad integral. Abrir alas hacia el futuro no requiere cortar las raíces del pasado. Al contrario, cortar los raíces causa la muerte del organismo. Entonces la historia no es ni un ciclo que se repite ni una flecha que fuga su pasado, sino un espiral que busca nuevas visiones mientras sigue bebiendo de la sabiduría antigua.

Parece que la cultura de la época primal, cuyos vestigios todavía sobreviven en algunos partes del mundo (¡gracias a Dios!), fue especialmente una creación de las mujeres, incluyendo el invento del habla, y el hacerse amiga de los animales pequeños y medianos, y también de la vegetación, el invento del arte, el tejido, la religión, etc. Después, con la revolución metalúrgica, los hombres avanzaron con sus aportes, sobre todo con herramientas de metal y construcción de ciudades de piedra, hasta la creación de una sociedad aristocrática y mucho más masculina por encima del la sociedad primal, campesina, y más femenina. La cultura de la época moderna por su metáfora mecanista era aún más masculina todavía, o como yo prefiero nombrarlo, una cultural burguesa y súper-masculina pero no auténticamente masculina.

Ya que el proyecto moderno burgués está acabando su predominio, debido a las profundas quiebras ecológicas, sociales, y espirituales, surgen visiones de una nueva época postmoderna. Pero hay varias corrientes en competencia tratando de definir el camino postmoderno. Por lo menos, se puede nombrar cuatro. Pero antes de describirlos, vale la pena notar que, según Perry Anderson en su excelente libro, The Origins of Postmodernity, el primer uso de la palabra “postmodernismo” surgió en Perú en la década de los treinta del siglo pasado en un movimiento poético inaugurado por Federico de Onis, amigo de los filósofos Unamuno y Ortega. Pero volvemos ahora al tema de las cuatro corrientes tratando de definir la época postmoderna. La primera corriente normalmente no se conoce por el nombre “postmoderno” y es mejor conocido por “neoliberalismo”. Pero es un fenómeno postmoderno está basado en la revolución electrónica. Sin embargo, en mi análisis su lógica no es realmente postmoderno sino ultramoderno, o sea el momento del modernismo en su última etapa de decadencia por lo objetivo. El neoliberalismo funciona en el lado objetivo del ultramodernismo por el terreno económico-tecnológico, y representa el lado objetivo el cumplimiento del proyecto burgués europeo y europeo-americano. Refleja lo que el sociólogo Max Weber llamaba la dimensión instrumental del individualismo moderno o de la ideología liberal. Por fin significa la atentada colonización económica-tecnológica del planeta entero por la filosofía mecanista de la cosmovisión burguesa. El neoliberalismo ha fomentado una explosión de crecimiento económico-tecnológica, pero una explosión que destruye la comunión ecológica, la comunión social, y la comunión espiritual.

La segunda corriente se conoce en ambientes intelectuales formalmente como “el postmodernismo” o también como la filosofía de “deconstrucción”. Es un movimiento estético, y que como ya hice notar empezó en la poesía de Perú. De allí pasó a círculos de poetas en los EE.UU. y de allá a Francia donde unos filósofos que antes eran marxistas lo apropiaron para articular una nueva ideología apoyando la experiencia burgués en el contexto de la revolución electrónica. Según el literario crítico marxista Frederick Jameson, “el postmodernismo” (en este sentido estrecho) representa la ideología de la nueva etapa del capitalismo con su escala global y basada en la revolución electrónica. Mientras que el “neoliberalismo” expresa el lado objetivo o el individualismo instrumental del proyecto moderno burgués, el “postmodernismo” expresa su lado subjetivo o lo que Weber llamaba el individualismo expresivo, quiere decir su impacto en la consciencia simbólica. Se puede decir también, yo creo, que la nueva ideología del “postmodernismo” representa un sueño neo-neo-platónico de escapar totalmente de los límites del tiempo y espacio, y un sueño solamente al servicio de una abstracción matemática lo que se estime por cálculos monetarios. El único valor entonces que sobrevive tal escape es lo que Marx llamaba “el fetichismo de mercancías” y lo que Juan Pablo II llamaba “la cultural de consumo.”

La tercera corriente ocurre en el sector religioso y se expresa mayormente en un intento de restauración religiosa articulada en forma contra-moderna. Quiere re-imponer la época clásica los valores aristocráticos, que son valores guerreros y patriarcales. Se expresa en contra de la cultura moderna por su lado expresivo, pero su propósito es fortalecer la dimensión objetiva del sistema moderno, sea por instituciones religiosas o políticas, o hasta el gran sistema del capitalismo mismo. Esta corriente, que se conoce especialmente como extremista de Islam está presente en todas las religiones del mundo que tienen raíces en la época clásica, incluyendo el hinduismo, el judaísmo, y el cristianismo. Se nota sobre todo su miedo y a veces hasta odio contra la nueva energía femenina.

La cuarta corriente se da en el sector científico y no representa algo auténticamente postmoderna capaz de apoyar la nueva civilización global sostenible. Gracias a la vinculación del telescopio y microscopio con la computadora (hecho posible con la revolución electrónica), está apareciendo en la consciencia científica una nueva cosmovisión en la cual el universo aparece como una comunión holística, como un proceso del desarrollo creativo-artístico, y hasta una realidad mística-espiritual. El mejor articulador de esta nueva cosmovisión auténticamente postmoderna es Thomas Berry. Su articulación se ha expresado poéticamente por el científico Brian Swimme en un libro traducido al castellano por David Molineaux, El Universo es un Dragón Verde.

En esta nueva cosmovisión postmoderna, las cosmovisiones pasadas no son obsoletas, sino forman parte de una nueva síntesis más amplia y más profunda. Sobre todo la cosmovisión ancestral tiene mucho en común con la nueva cosmovisión postmoderna, porque ambas centralizan su consciencia en la naturaleza como base de todo. También la nueva cosmovisión recibe un aporte profundo con la nueva emergía femenina, incluyendo la recuperación de la cara femenina de Dios que está expresándose ahora (en el cristianismo por el Espíritu Santo) para sanar las profundas heridas ecológicas, sociales, y espirituales causadas por la herencia patriarcal de la época clásica-aristocrática y todavía más de la época moderna-burguesa.

La conclusión de este primer análisis a nivel social es que cualquier institución o proceso que quiere perseguir el camino de la vida verdadera en el contexto postmoderno tiene que basar su visión, su estructura, y su estratégica en la cosmovisión auténticamente postmoderna, y también tiene que ubicar su proyecto dentro de la naturaleza y en comunión con las tradiciones humanas que han mantenido raíces profundas en la naturaleza misma.

Ahora nos pasamos al análisis eclesial.

La Transformación Postmoderna Eclesial
Simultáneamente gracias a la revolución electrónica que tecnológicamente ha precipitado la época postmoderna, ya se está madurando una transformación profunda de la Iglesia Católica, principalmente a nivel de su relación con la cultura, que funciona como fundación humana para la evangelización cristiana.

Por más de mil quinientos años la evangelización Católica tenía sus semillas en las culturas occidentales de las civilizaciones mediterráneas. En este contexto, por siglos y siglos esa evangelización en gran parte se fundaba culturalmente en la herencia de los imperios griego y romano. Con la época del imperialismo moderno burgués, tanto europeo como europeo-americano, la evangelización Católico fue extendiéndose a una nueva periferia colonial, primero mercantil y después industrial, llegando a dominar África, Las Américas, y Asia-Pacifica. También por siglos las nuevas iglesias de la periferia colonial se quedaron como iglesias periféricas bajo control cultural de los centros coloniales o neo-coloniales, al igual que los países periféricos en sus relaciones con los países centrales del sistema capitalista.

Pero ahora las iglesias europeas y europeas-americanas, igual que las culturas de los países de esta región del centro del sistema, están perdiendo energía espiritual. En Europa del oeste hay una gran crisis eclesial debido a la secularización. Creo que las iglesias Católicas de América del norte, aparte de los nuevos inmigrantes, no andan muy atrás. En una sociedad anteriormente cristiana y ahora secularizada, la mayoría de la gente no se define como cristiano activo. En América del norte, mucha gente todavía practica una forma de la religión cristiana que se ha privatizado, desvinculándose de una consciencia social o ecológica y funcionando solamente en la consciencia sicológica. Entonces es una forma no auténticamente cristiana porque ha perdido consciencia de la tremenda presencia de Dios en la naturaleza y la historia. Probablemente en el futuro la religión privatizada caerá fácilmente ante el proceso ultramoderno de la secularización.

Pero gracias a Dios, mientras que las iglesias europeas y norte-americanas en los centros del capitalismo global pierden energía espiritual, las iglesias de la periferia del capitalismo global están manifestando poderosas energías de una espiritualidad auténticamente creativa y profética. Estas energías surgen fuertemente de una síntesis creativa entre sus raíces culturales antiguas y el mensaje del evangelio. Este joven matrimonio entre culturas con raíces todavía viviendo en comunión con la naturaleza y el evangelio de la vida verdadera representa la gran esperanza para el futuro postmoderno de la comunión Católica en el nuevo mundo global, y también para el proceso de globalización economía-tecnológico, lo cual tiene que abandonar la ideología neoliberal y su fundación de una filosofía mecanista.

La comunión Católica ya incluye casi 20% de la familia humana, y su mayoría vive en África, Asia-Pacífica, y América Latina/Caribe, donde hay enorme sufrimiento de pobreza económica, pero donde todavía florece el sistema ecológico. Y esa mayoría vive en gran parte en contextos donde sus antiguos tradiciones todavía no han perdido contacto creativo con la cara femenina de Dios revelada por la naturaleza. Por eso entre el cristianismo del estos países hay una gran recepción del nuevo énfasis cristiano en la presencia creativa del Espíritu Santo.

Los antiguos teólogos decían que Dios nos da dos libros, el libro de la Biblia y el libro de la naturaleza. No se puede leer uno sin el otro. Error trágico de la civilización burgués moderno occidental tratar de leer la Biblia mientras que se pierde contacto con el libro de la naturaza, y aún peor, mientras que los ataques contra la ecología están destruyendo la revelación natural.

Concluyendo este análisis eclesial, podemos decir que al entrar en la época postmoderna y global, la esperanza de la Iglesia Católica y también la esperanza de la familia humana está en gran parte en las manos de los cristianos de África, Asia-Pacifica, y América Latina/Caribe, y sobre todo en las manos de cristianos Católicos de las culturas más antiguas que no han perdido contacto con la revelación de Dios por la naturaleza, y con su apertura hacia la acción creativa del Espíritu Santo que representa la cara femenina del Creador.

Ahora por fin entramos en la cuestión de cómo será la misión en el mundo postmoderno y sobre todo aquí en América Latina.

Misión a un Mundo Postmoderno
Tal vez uno de los fenómenos postmodernos más tristes de las iglesias Católicas en el “primer mundo” es la falta de “vocaciones” para el sacerdocio y la vida religiosa en su forma moderna. Esta forma moderna se ha guiado mayormente por una espiritualidad moderna que al principio se llamaba en latín el “devotio moderno” y que se vinculó con varios “apostolados” modernos por los cuales se expresaba el fruto de su espiritualidad interior en el mundo exterior. Hoy día, debido a la escasez de vocaciones clericales y religiosos justo en el momento de nacer la época postmoderna, muchas comunidades cristianas ya no tienen sacerdotes, y muchas congregaciones religiosas ya están entrando poco a poco a su muerte.

Pero al mismo tiempo al nacer a la época postmoderna, se está manifestando una profunda ola de energía espiritual en forma explícitamente laica y hasta misionera. No hay falta de vocaciones para lo que el Concilio Pontifical de los Laicos se llama “los nuevos movimientos laicos”. No hay falta de vocaciones para los movimientos de Focolares, Comunión y liberación, Opus Dei, San Egedio e incluso los misioneros laicos de Maryknoll. Claro que hay grandes problemas con algunos de estos movimientos, pero eso es normal en la historia, porque la energía de nuevas creaciones nunca aparece en forma perfecta. Pero no cabe duda que el Espíritu Santo está haciendo algo nuevo y significativo en la evangelización del mundo postmoderno por medio de los nuevos movimientos laicos.

La crisis del sacerdocio y de la vida religiosa se debe, propongo yo, no a su esencia sino a sus formas sociológicas construidas en la época moderna, frecuentemente con raíces de la época clásica. Están fallando porque sus formas sociológicas no funcionan efectivamente en el contexto postmoderno, como funcionaba anteriormente el contexto moderno o más anteriormente en el contexto clásico.

Entonces hablamos ahora de la crisis del sacerdocio, Aquí hay que distinguir entre el sacerdocio en si y lo que se llama canónicamente el estado clerical (nombrado “clericalismo” en el lenguaje popular). Son dos cosas distintas. No creo que haya crisis del sacerdocio en si, sino solamente una crisis del estado clerical o del clericalismo. El clericalismo representa una construcción cultural por la cual el sacerdocio funcionaba muy bien en la evangelización clásica y moderna. Pero no formaba parta de la iglesia primitiva ni de la predicación de Jesús. Representaba en su tiempo la apropiación de una estructura de las religiones clásicas no-cristianas, sobre todo de la estructura legal que definía el papel social del sacerdocio oficial del Imperio Romano. Ponía al sacerdote en una clase aparte con privilegios legales que no tenían las clases populares. La Iglesia Católica aceptó ese modelo para su sacerdocio por medio del derecho canónico.

Además, en los tiempos medievales cuando el orden de los Cistercianos tomó poder del papado, se imponía por encima del sacerdocio otra estructura cultural que no había formado parte del sacerdocio en la iglesia primitiva ni en la predicación de Jesús. Se refiere al modelo monástico. El monasticismo es un estructura religiosa mas antigua que el cristianismo, que talvez empezó en Egipto y después se extendió por el ambiente del mediterráneo con la secta de Pitágoras, de la que Platón dependía para su cosmovisión dualista. Con la mezcla del modelo monástico y el estado clerical para definir el sacerdocio en su papel clásico, el sacerdocio se identificaba como una clase social aparte con privilegios distintos, y también como una clase espiritualmente elevada en un orden celestial y eternal y superior a los laicos que se entendían viviendo abajo, en una vida terrenal que se llamaba temporal o secular.

En esos contextos históricos ya pasados, la definición del sacerdocio se había enculturado en los dos dualismos de sus tiempos, primero en el dualismo político por el cual el sacerdocio se consideraba como una clase eclesial segregada de los demás, y en el otro dualismo filosófico por el cual el sacerdocio se consideraba como un modo de vivir una vida eterna o espiritual superior a la vida terrenal (el mundo temporal o secular) donde vivían los demás.

Se sabe muy bien por investigaciones de los evangelios que estos dos dualismos no eran parte de la consciencia o predicación de Jesús. Se sabe que Jesús se presentó como un maestro laico. También se sabe que el movimiento de Jesús era un movimiento puramente laico. San Pedro, los apóstoles, y San Pablo no se consideraban como miembros de un estado clerical, ni como figuras con una consciencia platónica que decía que se pertenecían a una alta orden espiritual y eterna y no a la orden temporal y secular donde vivían los demás.

Sin embargo, en los contextos de culturas clásicas heredados de los imperios griego y romano, y también en el contexto de la cultura moderna, el sacerdocio funcionaba bastante bien con esos dos dualismos, que eran adaptaciones sociológicas y creativas para su tiempo. Pero hoy día en el contexto contemporáneo, esos dualismos representan fuertes obstáculos para la evangelización postmoderna. No son elementos esenciales o constitutivos del sacerdocio, sino formas de enculturación para culturas que ya están desapareciendo o que ya han desaparecido.

Se puede notar, por ejemplo, el caso de Brasil. La evangelización Católica ya lleva aproximadamente quinientos años en Brasil, mientras que la evangelización por las iglesias pentecostales lleva apenas cincuenta años. Pero hoy día hay menos sacerdotes Católicos que ministros pentecostales, y una gran parte de los sacerdotes Católicos son extranjeros mientras que la gran mayoría de los ministros pentecostales son nativos.

Recordamos que el propósito del análisis anterior sostenía que la gran crisis de la cultural moderna burguesa se ha creado como un proyecto económico-tecnológico desraizada de la comunión creativa de la vida terrenal, y por eso no es sostenible, y entonces la civilización moderna está destinada a la muerte. Pues una forma sociológica del sacerdocio que simbólicamente representa una consciencia de que no es parte del mundo terrenal no atrae energía creativa en un momento histórico donde la vida terrenal esta en peligro por la crisis ecológica. Un individuo o un grupo de individuos dentro de tal estructura dualista pueden heroicamente liberarse de la lógica de su estructura clerical, pero la estructura en si sigue y no es capaz de desarrollarse en forma saludable para encontrar “vocaciones” adecuadas para sobrevivir. Aún peor, con los desesperados intentos de reproducirse en su forma clásica-moderna, aparecen otras formas patológicas de la misma estructura, las cuales construyen aún más obstáculos para la evangelización – por ejemplo, el nuevo fenómeno de súper-clericalismo entre muchos seminaristas y sacerdotes jóvenes del “primer mundo.” Este fenómeno representa la famosa canción del cisne para la estructura misma y no ofrece nada para el futuro.

Ya hay una ley sociológica postmoderna, muy bien articulada por un sociólogo de las religión en su libro Reinventing American Protestantism (que sirve también para otras culturas). La ley de Bennett dice lo siguiente: cuanto más clerical el liderazgo de la comunidad cristiana, es menos efectiva la evangelización; cuanto más laico el liderazgo, más efectiva es la evangelización. Quiere decir que las comunidades cristianas más efectivas en la evangelización son donde se considera a los laicos como los lideres, con autoridad verdadera.

El error hoy día es pensar que la autoridad sacerdotal o episcopal depende del estado clerical. Es semejante al error del papado en el siglo XIX cuando los Papas pensaban que el control de los terrenos papales (una tercera parte de Italia) era para un plan divino indispensable para el oficio del papa y para la evangelización del mundo. Pero estaban equivocados y su error dañó fuertemente la evangelización europea.

Se puede hacer un análisis semejante de la vida religiosa en sus formas clásicas y modernas, pero no hay tiempo. Basta decir ahora que el sacerdocio y la vida comunitaria de cristianos proféticos (normalmente comunidades de mujeres solteras o de hombres solteros) no representan en si fenómenos meramente sociológicos, sino son elementos fundamentales y permanentes para el cristianismo autentico en todas las culturas y en todos los tiempos históricos. Lo difícil es: ¿Qué forma sociológica y qué conciencia filosófica de estos dones son adecuados para una evangelización creativa y efectiva en el actual contexto histórico y cultural? O en forma más profunda: ¿Por dónde es que el Espíritu Santo lleva el sacerdocio y la vida comunitaria en el momento postmoderno para servir de manera profética a la evangelización y la globalización?

En conclusión, quisiera destacar los siguientes temas que creo que son estratégicos para la misión en el mundo postmoderno.

1. En la época postmoderna y global, la nueva energía espiritual en forma creativa para la evangelización viene principalmente de las iglesias de África, Asia/Pacifica, y América Latina/Caribe, donde viven ahora la mayoría de los Católicos de la nueva iglesia global.

2. Con la quiebra de la lógica patriarcal de las épocas clásica y moderna, donde la conciencia masculina inmadura trataba de conquistar la naturaleza (incluyendo seres humanos como parte de ella) y de sobresalir más allá de los límites del tiempo y espacio, originalmente en forma cultural-espiritual y después en forma económico-tecnológica. Entonces cualquier símbolo o consciencia religiosa que hoy día persigue una cosmología dualista no será capaz de atraer energía espiritual en forma creativa, pero si sería capaz de atraerla en forma patológica.

3. La cosmología postmoderna y por eso la espiritualidad postmoderna se expresan en forma holística considerando toda la creación y su proceso de creatividad como el sacramento fundamental, el sitio vivo de la primera revelación del misterio divino.

4. Dos sectores humanos que han mantenido una consciencia más involucrada con la naturaleza en su dimensión ecológica y sagrada son las culturas ­ indígenas y las mujeres – las culturas indígenas por su herencia religiosa y por su vida mayormente en el campo, y las mujeres por la biología de sus propios cuerpos por los cuales siguen los ciclos de la luna, dar a luz a la nueva vida humana, y alimentar a los recién nacidos.

5. Con la ruptura con la consciencia dualista en las formas aristocráticas y burguesas, la iglesia en si, incluyendo el sacerdocio y la vida comunitaria, se define en forma laica, sumergida totalmente en la vida temporal y secular como sacramento fundamental de la revelación primaria de la naturaleza.

6. La estrategia de salvar el sacerdocio para el futuro no se encuentra en invertir en la reproducción de los modelos clásicos o modernos, sino en invertir en los nuevos movimientos de laicos y en su formación en la consciencia auténticamente postmoderna. De estos movimientos saldrá en el futuro un modelo auténticamente postmoderno del sacerdocio.

7. La formación de movimientos de laicos, incluyendo las distintas culturas del género, tienen que basarse en la amistad de hombre y mujer como verdaderos compañeros en la misión, y a nivel más profundo como dos manifestaciones mutuas de las dos caras de Dios (comunicadas por el libro de Génesis).

8. Y por fin, esta nueva energía laica tiene que poner como centro de su misión el reto de servir al nacimiento de una nueva civilización, auténticamente postmoderna, que transciende la quiebra del proyecto neoliberal y que se presenta como siervo en la creación de una civilización global que será verdaderamente sostenible por toda la comunión de la vida, incluyendo su dimensión ecológica, su dimensión social, y su dimensión espiritual.

Muchísimas gracias a todos ustedes, y sobre todo muchísimas gracias a los miembros y acompañantes de Maryknoll, que es uno de los grupos de la iglesia contemporánea que más nos ha guiado hacia la nueva visión y la nueva evangelización. Me considero muy bendecido por todo lo que he recibido de Maryknoll por tantos años. Otra vez, muchísimas gracias a Maryknoll.