¿DEBERÍA QUEDARME O DEBERÍA IRME?
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Se pregunta inicialmente por qué se iría de la Iglesia. Y afirma que en principio hay personas que consideran inapropiado permanecer en una institución que es corrupta y peligrosa para los niños. Pues bien, señala que estudios norteamericanos prueban que el porcentaje de abusadores en la Iglesia Católica no es superior al existente en otras Iglesias. Así, el hecho de cambiar de iglesia no mejorará la situación. Es más, igualmente con datos a la mano, señala que el abuso es menor en colegios católicos que en otro tipo de establecimientos escolares. Para concluir que siendo siempre y en todo momento horrorífico el abuso sexual de menores, es un mal que se encuentra esparcido por toda la sociedad. Es un mal de toda la sociedad y no solamente de algunos curas católicos.
De otra parte, analiza que el tratamiento que le dieron los obispos a los casos denunciados en los años 60s y 70s obedeció a la perspectiva que había en ese entonces sobre estos abusos, se trataba no como crimen sino más bien como un pecado, y por ello el sigilo que se mantuvo en dichos manejos. Insiste en que no se puede juzgar hoy, como los criterios y perspectivas actuales los hechos de hace más de 30 años, cuando en aquel entonces la sociedad no había tomado consciencia de este mal. Sobre la manera silenciosa como se manejan los casos por parte de la Congregación para la Fe manifiesta que esto se debe a lo que llamamos la reserva del sumario, que busca defender la presunción de inocencia del acusado.
Luego se pregunta por qué quedarse en la Iglesia. En primera instancia dice que él pertenece a la Iglesia Católica no por ser la mejor, sino porque considera que encarna algo que es esencial de la visión Cristiana de la Resurrección: la unidad visible. En efecto, que La unidad de la Iglesia es una señal de que todas las fuerzas que fragmentan y dispersan son derrotadas en Cristo. Las más profundas verdades del Cristianismo toman cuerpo en la institucionalidad. Y afirma que: Es posible que se sienta avergonzado de admitir que somos Católicos, pero hay que aceptar que Jesús acompañó una Iglesia con problemas desde el inicio: en efecto recordemos los escándalos de Pedro, o la actitud de Judas. Y de fondo debemos ver en toda esta situación una interpelación del Señor a Vivir en coherencia nuestra fe.
Por: P.Luis Felipe Gómez S.J.