PADRE RIOGOBERTO RODRIGUEZ MXY, HASTA SIEMPRE...
«Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc. 23, 46). Las palabras de Jesús, su última invocación al Padre Dios, desde la cruz, nos guían en estos momentos en los que estamos reunidos para dar el último “Adiós”.
La muerte de Jesús en la cruz nos sigue abriendo, ofreciéndo la plenitud de un TSUNAMI ESPERANZADOR. «Expiró», dice el evangelista (Lc. 23, 46; Jn. 19, 30). Un último suspiro de Cristo como centro de la historia, de nuestras vidas y de nuestro compromiso misionero. Rigoberto, ha muerto en el Señor, y es AHORA, plenamente «feliz ya desde ahora» (Ap. 14, 13) y lo seguirá siendo, porque se ha unido al expirar de Cristo, con la esperanza segura de que «quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará y nos presentará ante Él» (2 Co 4, 14).
Pienso, siento que para morir en el Señor es preciso vivir en Él, confiando diariamente, momento a momento, en su gracia y esforzándonos por corresponder a ella con todas las fuerzas. Así vi a Rigoberto, en su lento caminar, bajando de peso, con su dificultad para ver, con su cuerpo enfermo y su cariño e interioridad plenos para una asesoría, para una homilia, para prestar un servicio litúrgico, para una capellanía, para un consejo, para compartir un punto de vista o un concepto claro y dimensionado. GRACIAS RIGOBERTO, PORQUE NOS ESTA ENSEÑANDO A VIVIR PLENAMENTE EN EL SEÑOR. GRACIAS, PORQUE MIENTRAS NUESTRO CORAZÓN SUFRE POR SU PARTIDA, SU VIDA ES Y SERA: TESTIMONIO DE FIDELIDAD.
Rigoberto, gracias porque ha sido y será un buen sacerdote, un verdadero misionero, que pasa por este mundo en silencio, pero “Siempre haciendo el bien”...
Rigoberto, gracias porque con su modestia característica, nos invita a no detenernos en pequeñeces; sino más bien a dirigir nuestra mirada al misterio de la vida: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo? No está aquí, ha resucitado » (Lc 24, 5-6)...
Rigoberto, gracias porque, ha vivido plenamente su sacerdocio, regalo para la Iglesia y para nuestro Instituto de Misiones Extranjeras de Yarumal...
Rigoberto, gracias porque desde el cielo, nos sigue acompañando y nos seguirá bendiciendo en cada viaje y servicio misionero que prestemos. Rigoberto, que sostenido por el Espíritu de Dios, «alcance la meta de su fe, la salvación de su alma » (1ª P. 1, 9). Que «rebose de alegría inefable y gloriosa» (1ª P. 1, 8), contemplando finalmente, el rostro de Jesucristo, nuestro Misionero del Padre.